Las jerarquías anidadas, el orden de la naturaleza: Carlos Linneo (1 de 2)

Homo sapiens, Tyrannosaurus rex, Escherichia coli... nuestra conversación diaria está plagada de pares de nombres latinos de animales, plantas y microorganismos.¿Cómo llegó a tener esta nueva vida una lengua muerta? Es el legado, de 250 años, de la búsqueda de un naturalista sueco para descubrir la obra de Dios en la naturaleza.

Linnaeus

Carlos Linneo (1707-1798) no fue ni de lejos el primer pensador que intentó clasificar la vida. Aristóteles, por ejemplo, argumentó que cada especie tenía una forma única y podría ser clasificada en base a alguna de sus características clave. En el proceso, organizó la vida en una jerarquía similar a una escalera, con las plantas en la base, los animales en el medio y el ser humano en la cima (dibujo de la derecha). Los eruditos europeos de la Edad Media se guiaron por Aristóteles y por la Biblia, y creían que la naturaleza —incluidas todas las especies de la Tierra— eran un reflejo de la benevolente organización divina del mundo.

La búsqueda de un sistema de clasificación
Con la llegada del Renacimiento, los naturalistas trataron de entender este plan divino mediante la búsqueda de un patrón racional en la desconcertante colección de especies. Agruparon a las especies con un parecido general conjuntamente en un grupo mayor llamado género. Por ejemplo, los leones, tigres y leopardos pertenecen todos al género de los «gatos grandes».

Pero, ¿encajaban los gatos grandes y los demás animales en un plan más amplio? Esto era difícil de saber por dos razones. Un problema era que los exploradores y colonos europeos comenzaron a encontrar muchas especies desconocidas hasta el momento en el Nuevo Mundo, África y Asia. Además, estaba el problema del método. Algunos opinaban que los naturalistas que buscaban un sistema de clasificación debían tratar de tener en cuenta todas las características posibles de una especie. Eso haría que su sistema de clasificación fuera realmente natural. Otros aducían que no tratamos de encontrar sistemas en la naturaleza, sino de construirlos en nuestra mente. Por lo tanto, los naturalistas debían inventar sistemas artificiales basados en unos pocos rasgos prácticos, tales como la forma de los órganos reproductivos de una planta.

Aristotle's Great Chain of Being
El sistema de Linneo se diferenciaba de la visón de la gran cadena del ser de Aristóteles, arriba.
• Imagen de Linneo por cortesía del Swedish Museum of Natural History. página siguiente


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